las manos siempre tienen olores y te cuentan quienes son quienes, en secreto
las manos de mi abuela huelen a condimentos, carne y cebolla
las de mi madre al suave perfume de la crema
las de mi padre, esas huelen a un calor único y extraño
... odio cuando las trae olor a cigarro
aunque sin duda lo mas extraordinario de las manos
es como se mueven y como se sienten al tacto
unas suaves y bien arrugaditas
otras un poco ásperas, otras simplemente enormes
otras mas bien torpes, algunas ágiles, algunas débiles
algunas nunca me tocan...
es tal vez extraño, pero yo podría un día olvidar las manos
pero jamás los olores
cada temporada, cada reto, cada viaje, cada amor
tiene un perfume particular
un aroma teletransportador
uno de esos que extraño es el perfume suave al pasar la puerta
y ver macetas en las ventanas que dan a una sala
la casa más extraña, tenía que ser en Cochabamba
acompañadas de la dulce mirada de Tía Elsa
y el olor impregnado a cigarro en la piel del Tío Clavo
ese lo extraño, porque no existe más
ni la casa, ni la tía, ni el tío... ni las macetas
sólo mis neuronas lo recuerdan
como recuerdan enamoramientos
que en un momento "son"
y en otro parece que "eran" ciertos
quién se imaginaría
tener guardada una máquina del tiempo
en una nariz tan pequeña
las manos de mi abuela huelen a condimentos, carne y cebolla
las de mi madre al suave perfume de la crema
las de mi padre, esas huelen a un calor único y extraño
... odio cuando las trae olor a cigarro
aunque sin duda lo mas extraordinario de las manos
es como se mueven y como se sienten al tacto
unas suaves y bien arrugaditas
otras un poco ásperas, otras simplemente enormes
otras mas bien torpes, algunas ágiles, algunas débiles
algunas nunca me tocan...
es tal vez extraño, pero yo podría un día olvidar las manos
pero jamás los olores
cada temporada, cada reto, cada viaje, cada amor
tiene un perfume particular
un aroma teletransportador
uno de esos que extraño es el perfume suave al pasar la puerta
y ver macetas en las ventanas que dan a una sala
la casa más extraña, tenía que ser en Cochabamba
acompañadas de la dulce mirada de Tía Elsa
y el olor impregnado a cigarro en la piel del Tío Clavo
ese lo extraño, porque no existe más
ni la casa, ni la tía, ni el tío... ni las macetas
sólo mis neuronas lo recuerdan
como recuerdan enamoramientos
que en un momento "son"
y en otro parece que "eran" ciertos
quién se imaginaría
tener guardada una máquina del tiempo
en una nariz tan pequeña
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